sábado, 1 de octubre de 2011

Hoy, sábado 1 de octubre, en la Feria del libro de EJEA


Hoy sábado día 1 de octubre estaré firmando, para los que queráis,
mis dos poemarios últimos en la Feria del libro de Ejea de los Caballeros (Zaragoza)


En la caseta de Eclipsados (Todas las mentiras que te debo)

En la caseta de Olifante (Babel en las manos)







viernes, 19 de agosto de 2011

Puede que el día de hoy ...








Puede que el día de hoy
tenga a la soledad como habitante único de mis palabras.
He cerrado todo contacto con el exterior.
Sólo escucho jazz y de vez en cuando me tomo una cerveza.
La casa es grande y se remueve con la luz de la tarde,
enciendo las cuatro lámparas según van llegando las sombras
y me vuelvo a fumar otro cigarrillo,
Chester sin filtro, los que fumaba antes.
No es aconsejable volver a los vicios,
pero si vuelves es mejor recuperar las buenas costumbres.
Desgrana su trompeta Miles,
estoy enganchado subiendo a ese ascensor para el patíbulo…
camino con él dentro de una película francesa,
en la que París sale en todos los encuadres
como si fuera tu sala de estar,
eso sí, en blanco y negro, con el silencio y las miradas perdidas
como interpretes estelares y de lujo.


martes, 5 de julio de 2011

Me asalta una duda razonable













Me asalta una duda razonable cuando cierro la puerta
y bajo los cuatro pisos que me separan de la calle.
Cada peldaño es un posible adiós,
una nueva esquina donde no existes
y tu silencio es un remolino lejano de tiempo.
Te amo pero es igual que sea verdad o no.
Todo lo que esconde la calle trae las mentiras,
las tuyas, las mías, las nuestras,
envueltas en papel de celofán azulado
como el regalo perfecto que te debo por tu cumpleaños
- un viaje, un vestido, un perfume,
tal vez una opera de Verdi en el Real...-
Aunque ahora que lo pienso y aunque me duela,
lo mejor es que deje de llevarte en mi cabeza,
dando tumbos y entregada a mis flaquezas,
cuando nunca sé si mi vuelta está cercana.




Ya puse este poema pero me ha gustado la foto...esas escaleras...



viernes, 10 de junio de 2011

Todo el otoño me trae la humedad








Todo el otoño me trae la humedad,
siembra la arrogancia que me expulsa de ti.
Algo de lo que la noche se olvidó quedó en tus ojos,
en tus mensajes del Msn echándome de menos
o en esas luces rojas que enciendes al amanecer
cuando miro por la ventana y te siento muy lejos.
Recordaré tu boca, anhelándome,
persiguiendo en mi piel las mariposas,
acechando en todos mis gemidos,
el saberte la dueña cuando me silencias
aunque estés entregada al deseo de otro.
Hay pocas cafeterías abiertas a estas horas,
tienen cierta tristeza en el sonido inequívoco
de la parsimonia de la radio
o en el ensordecedor bramido del calentador de la leche.
Hace frío, me sabe bueno este café caliente,
me hace pensar menos en lo que dejo
e intento no encender el móvil para no recordar tu nombre,
aunque tarde o temprano volverás a surgir detrás de la niebla
preguntándome por todas las mentiras que te debo.




viernes, 27 de mayo de 2011

Sube al Corvette negro del 64







gracias a Rafael Luna


Sube al Corvette negro del 64
y crucemos bajo la noche la larga avenida del verano,
tenemos el poder de hacer de este día
a través del desierto un nuevo milagro.
Ven y deja que el tiempo sea secundario,
abrazados sobre el suelo veremos el cielo demoledor,
la caída intrascendente de otros mundos pequeños
iluminándonos desde tan lejos
como luciérnagas del Universo.
Bésame despacio, sí,
hazlo como saben tus labios demorarse en mí
y rebuscar entre lo oscuro,
en lo denso, allí donde se acumulan los murmullos
y son derribados todos los silencios.
Bésame ahora, cuando todavía me duele.
Cada vez va ser más difícil olvidarte.







Feria del libro de Zaragoza

Mañana día 28 estaré firmando para los que querais mis dos poemarios últimos.

En la caseta de Olifante por la mañana (Babel en las manos)...también el lunes por la tarde y alguna tarde más.

En la caseta de Eclipsados por la tarde (Todas las mentiras que te debo)...también el martes por al tarde y el sábado 4












miércoles, 18 de mayo de 2011

El poemario según Laura...






De la lectura del poemario "Todas las mentiras que te debo"






Hay un hilo que enhebra cada poema y los hace partícipes de un único mensaje. Si la poesía es un medio único para expresarse y, en ocasiones, se convierte en algo más que un relato de situaciones y sentimientos, este poemario es la prueba evidente de ello.

Un autor a pecho descubierto. Entramado de situaciones que le acercan al lector, ávido de conocer y conectarse. Deambula en un sufrimiento existencial propio del sentido trascendente de lo humano, desgarrando el humanismo, perfilándose en el trazo de un lápiz invisible que transmite con la fiereza del Hubble.

La vuelta, el regreso, la sequedad de la consciencia, la madurez … como armas de un quijote que se adentra en el humanismo más profundo de su ser e indaga la raíz misma de su existencia.

Empapa ese hilo “enhebrador” con sus 'lugares comunes', porque no necesita los de los demás... esos le sobran... el ascensor, el viaje, el taxi, el faro, la piel, los aspersores, el café, el espejo, las aceras, el beso, la cafetería, ella, ella, ella... como nexo de unión de un sentimiento que trasciende a la voracidad del sexo o de la relación y llega hasta su centro que es, en definitiva, de lo que quiere hablar. Y la música como excusa que supera la escritura y la envuelve como si fuera una imagen poética invisible que traslada al lector a su propio imaginario para completar el riego comunicativo que con tanta facilidad ha creado. Como si hablara consigo mismo, sentado delante de un café en el velador de algún lugar oscuro del mundo. Esos lugares comunes son su toma de tierra. Tan necesaria...






Laura Gómez Recas


lunes, 9 de mayo de 2011

Las palabras de Ángel Guinda en Los diablos azules







Presentación del libro


Todas las mentiras que te debo, de Fernando Sarría


(Madrid. Los Diablos Azules. Viernes 6 de Mayo de 2011)





José Luis Alegre Cudós, en su libro Ridícula prosaica, rítmica verborrea, escribe: “Un poeta no nace de la nada”. Gran verdad.


Y mucho antes Jean Genet había afirmado que “el niño es el padre del hombre”.



Todo poeta que lo es, todo poeta definitivo, nace de algo o alguien que conmocionó los cimientos de su infancia. Es el caso de Fernando.



Fernando Sarría, pese a ser poeta –y pese a un conocidísimo verso de Fernando Pessoa- no es un fingidor.


Fernando es un motor de amor.



Otros son los que enamoran, Fernando es el que se enamora: de la vida, de las personas, y también del amor.


Fernando es, sobre todo, una misteriosa máquina espiritual de escribir poesía.


Pocos poetas como él tienen tanto entusiasmo, es decir, tanta inspiración; tanta voluntad de ser, de ser poeta.



Fernando ha escrito un magnífico libro de poesía figurativa, existencial, meditativa, testimonial, con un coloquialismo narrativo, expresionista, mágico; y una empatía con el lector, a quien hace cómplice de todas sus vivencias.



Fernando es el Azorín de la poesía actual. Cada poema suyo es un mundo, porque cada verso que lo conforma es un microcosmos sencillo y transparente como una perla de agua, como una gota de luz. Ejs.: “un botón desprendido de la camisa más querida”, “Pasa una sombra en bicicleta”, “el humo reblandeciendo las distancias”.








lunes, 2 de mayo de 2011

El día 6 en Los Diablos Azules 21h00 Madrid








Siempre te pienso sentada en el andén de una habitación,
esperando desnuda atravesar el páramo de cualquier noche,
en un tren sin reposo, viajando en la penumbra.
Te veo fumando un cigarrillo negro,
altiva y desolada,
un bourbon con hielo en las manos,
como si entre tus piernas
el mundo no tuviera más valor
que el dolor de la carne
o la ausencia programada de un día de fiesta.












domingo, 10 de abril de 2011

Día del libro en Zaragoza





El día 17, por la mañana, estaré firmando en la mesa de la editorial Eclipsados en el Paseo de la Independencia de Zaragoza.







domingo, 3 de abril de 2011

Tenía razón...








Tenía razón quien hablando de Leonard Cohen
dijo que sus palabras eran de alquitrán,
aunque no nombrase para nada el límite de los silencios de su voz,
los que desbordan incesantes entre el resto oscuro de la noche.
Escucho. Me estremezco. Te pienso,
quiero estar de nuevo en esa habitación
a donde tantas veces me llevas,
aunque no sea el Chelsea Hotel
ni tu pelo deslumbre por ser crepuscular.
Me queda de tu calor la humedad pendiente,
un naufragio entre los dos
si nos despojamos de toda trascendencia.
Arde la tarde y es certera la línea cóncava de la flecha,
roja y dolorosa, se diluye entre los puntos cardinales.
La soledad es lo último que me espera,
quizás esas canciones traigan algo de luz
o me hagan, sencillamente, volver a dibujarte
en el vaho de los cristales,
en los que siempre dejas tus labios rojos.




domingo, 6 de marzo de 2011

Nada guardo para este despertar






Nada guardo para este despertar.
La noche tiene sus andenes y sus muelles de arena
donde se guarece la sombra y se perfila el miedo.
Podría volver a ser otro más en la isla,
recorrer las calles de Palermo por ejemplo
y anidar entre sus mujeres de acero
porque sólo ellas saben dibujar el escorzo de la oración.
No hay amor en el calor del dinero,
tan sólo mirar a la oscuridad y ver entre los astros
la luminosidad de los silencios,
aunque en el puerto, el pantalán de hormigón
tenga escrito a fuego negro
los versos de una pasión quimérica:
tre metri sopra il cielo,
la canción que me hace siempre sonreír.




jueves, 24 de febrero de 2011

Ha parado de llover en Milán



Ha parado de llover en Milán.
Malpensa está silencioso, expectante,
lleno de charcos que reflejan la oscuridad de la noche.
No tengo conexión,
y es tan tarde que es posible que ella esté durmiendo.
Cómo se nota la lejanía y esa ausencia de “post-it” rosas
con que me inunda el espejo del baño.
Es sencillo diversificar las emociones,
saber que hemos dejado abierta la puerta de la casa
y que la compra, por ejemplo, no es sólo una labor tuya,
aunque resuene extraño en su cabeza
el cuarto y mitad de queso de gruyere suizo
y las cervezas Beck’s de lata.
Aprendemos lentamente y me mira
como si todas las madrugadas fuera uno nuevo,
un extraño abrigándole el deseo.





sábado, 19 de febrero de 2011

Metido en la bañera y fumando






Metido en la bañera y fumando
mientras escucho lejanas las notas de jazz
tras las que Miles Davis me empuja hacia el cadalso,
todavía en el mediodía de septiembre,
hay una pausada voz que me habla de ti.
Quisiera tenerte aquí cuando salga del agua
y que tus manos pequeñas me frotaran la espalda
como entonces hacías
a la vez que enumerabas y disertabas
del peligroso tamaño de las verrugas que poseo.
Hay diminutas cosas en la vida
que tienen suficiente peso específico
y que ni Miles ni yo,
por mucho empeño que sigamos poniendo,
nunca podremos cambiar.








lunes, 14 de febrero de 2011

Las palabras de Alfredo Saldaña en la presentación


SOBRE TODAS LAS MENTIRAS QUE TE DEBO


Fernando Sarría es la representación palpable de que la poesía no tiene por qué asociarse a una moda pasajera, un arrebato hormonal adolescente o un sarampión de juventud. Incombustible animador de la escena literaria zaragozana en estos últimos tiempos —desde sus diferentes bitácoras o en las muy diversas actividades de las que forma parte activa—, yo no sé si antes, cuando era más joven —es todavía un chaval, a la vista está—, Fernando Sarría escribía versos. En todo caso, si los escribía se los debió guardar para sí mismo porque, si las cuentas no me fallan, su primera entrega poética no apareció hasta 2008, cumplidos ya los cincuenta años. Ese primer libro fue El error de las hormigas y lo editó Nacho Escuín. En la contracubierta de aquel libro se advertía que su autor había escrito poesía “desde siempre” aunque tuviera que abandonarla por circunstancias que no vienen ahora a cuento. Aquel volumen se cerraba con un brevísimo poema, memorable, que en sus dos contados y medidos versos decía: “Silencio./En el viento, silencio y desierto”. Tras esa primera entrega, al año siguiente, vio la luz El Alhaquín, volumen con el que obtuvo un primer accésit en la quinta edición del Premio de Poesía Delegación del Gobierno en Aragón. Fernando me dedicó un ejemplar de ese libro con el deseo, y creo que cito sin traicionar ningún secreto, de que me gustara aunque ambos estuviésemos —así, al parecer, lo veía él— en orillas distintas del mismo río poético. Sin embargo, abro todavía hoy ese libro, casi al azar, y encuentro líneas tejidas por mano sabia que me emocionan, que me conmocionan, con las que me identifico y en las que me reflejo plenamente. Líneas como: “Un pájaro sabe de mí y calla” o “Un tren en la noche es un faro en el mar de la desolación”. Y ahora publica Todas las mentiras que te debo. En tiempos como estos, en los que el sistema literario se caracteriza por la precipitación con que poetas y editores afrontan habitualmente sus publicaciones, sorprende de una manera muy grata asistir a la presentación de un libro de poesía de una persona que respeta el oficio poético y valora sus entresijos más preciados, lo cual quiere decir que la escritura poética no tiene por qué someterse ni a la tiranía del mercado ni a la inmadurez ciega de tantos escritores anonadados por la gloria.
En Todas las mentiras que te debo la palabra es desafío del lenguaje a la posibilidad de su propia extinción, acontecimiento que se disuelve en la imagen que lo genera, y en ese sentido junto a las imágenes poéticas hay toda una arquitectura sonora y musical que arropa y envuelve el discurrir del relato, el desarrollo de las historias que se narran y que desempeña un papel importante en la construcción del texto. Así, junto a la presencia recurrente de Leonard Cohen, que actúa de hilo conductor, otras voces, otros géneros y registros musicales se escuchan como melodía de fondo en este libro: Elton John, el tango, “la voz insondable de un saxofón”, Ben Webster, el jazz, Miles Davis y su tompeta, la música que programa Kiss FM, “las viejas canciones que tienen sabor a oporto”, Pink Floyd, Patty Smith, “una romanza de Beethoven”. En fin, sonidos muy diversos llamados a musicar la diversidad de situaciones en que se materializa finalmente la vida. Compartimos —al margen de todas nuestras diferencias— un entramado de recuerdos y de deseos en el que vamos dejando testimonio no solo de lo que hemos sido sino también de lo que hubiéramos querido ser, y ese entramado se entreteje —por obra y gracia del alhaquín de turno— de una forma particular en la poesía, ese lugar al que estamos convocados y en el que permanecemos unidos gracias, entre otras cosas, a la imaginación y la inteligencia. La poesía ha sido desde siempre una práctica que desafía a todas las respuestas y donde estas constantemente nos parecen insatisfactorias. Mucho de todo esto hay en los poemas que Fernando Sarría ha agrupado bajo el título de Todas las mentiras que te debo, un libro que —ya desde la ironía que su propio título convoca— nos habla de pérdidas y ganancias, olvidos y recuperaciones, renuncias y promesas, un libro planteado como el viaje que un sujeto lleva a cabo a un mundo cuyo tiempo y espacio no habitan ya sino en su memoria, esto es, en su deseo, porque, como se lee en el poema que abre el libro: “Conmigo vienen, difuminándose, los pequeños retazos de lo muerto,/los nombres y lugares del pasado, la esencia del tiempo que he vivido”, y ello en una especie de travesía en la que el sujeto lírico —como sucedía en libros anteriores— comparte con un tú femenino que es al mismo tiempo cómplice y adversario, compañero y antagonista, unos viajes que atraviesan tiempos y escenarios recurrentes: atardeceres en los que se escucha el rumor de unos pasos perdidos, avenidas urbanas solitarias, estaciones de tren, habitaciones en las que el amor lucha por hacerse un hueco entre las cenizas del sexo, plazas anónimas donde abandonarse y en las que certificar el olvido.
Estos poemas tienen algo al mismo tiempo de cuaderno de bitácora y de banda sonora de una existencia ya que esa voz sabe muy bien que hacemos el mundo nuestro en la medida en que lo nombramos y que la vida no es nada si no hay nadie que la cite. Vivir en las palabras, ir tras ellas encendiendo “las lámparas de la noche” o ensalzando “la lluvia con todo su silencio”. Yo creo que para Fernando Sarría la poesía es palabra que refleja la huella de un tiempo vencido, palabra que lucha por permanecer en la memoria una vez que ha hecho su trabajo el ángel del olvido. Así, Todas las mentiras que te debo es un acto de restitución, un canto en contra del olvido, y frente al olvido, el silencio y la oscuridad amenazantes, la voz que aquí escuchamos pretende en su particular facebook sellar una escritura —un libro— que deje testimonio de su propia imagen, su identidad más vulnerable, consciente de que la vida no se halla muchas veces tanto en lo que se cuenta como en lo que se calla. La vida, como la escritura, es un trayecto de ida y vuelta, un viaje que llega cargado con todas sus metáforas: caminos, trenes, aeropuertos, habitaciones de hotel, muelles, aves migratorias, autobuses, mochilas.
Al margen de grupos y grupúsculos literarios más o menos organizados, Fernando Sarría ha ido elaborando una obra poética singular en el panorama literario aragonés de estas últimas décadas, dotada con unas señas de identidad con denominación de origen, rasgo de estilo que todos pretenden pero muy pocos alcanzan. La de Fernando Sarría es una voz con un sólido dominio del ritmo y la musicalidad (y ello se aprecia en casi todos los textos recogidos en este volumen), una voz, por otra parte, no prefijada sino recreada en cada línea, allí donde el texto es —como diría Bachelard— explosión del lenguaje o —como diría Kierkegaard— huella de las heridas de la posibilidad. Y ahí la memoria, rescatada de los rescoldos del incendio de la vida, desempeña un papel relevante, es testimonio de la pérdida y la desaparición. Leamos estos poemas que configuran, sin duda, el mejor de los libros escritos por su autor hasta la fecha.



Alfredo Saldaña







sábado, 5 de febrero de 2011

Dejarla durmiendo en la habitación del hotel podía ser una locura







Dejarla durmiendo en la habitación del hotel podía ser una locura,
una locura o todo un nuevo mandamiento.
Cuando empezaba a clarear,
su cuerpo se dibujaba como grisalla
sobre mármol blanco,
el esbozo perfecto de la ternura y el silencio.
La calle no dejaba de recordarme que estaba cerca
y yo sentía que ella me seguía besando como el frío del otoño.
Sin embargo, aceleraba mis pasos para buscar un bar
donde dejarla olvidada entre sorbos de café bien cargado.
Todavía quedaban ciertos borrachos solitarios,
quizás los que no se resguardaban ya de nada
y no les importaba perderse cada noche
porque todo lo habían perdido ya en cualquier sueño.
Persistía su respiración junto a mi boca,
seguía notando el pulso de su corazón en mi mano
como cuando me desvelaba el roce de su cuerpo
y solo podía vigilar a aquel océano inquieto.
Después solo me quedaba marcharme,
sin más bagaje ni temor que la muerte anunciada,
la que dejaba el saber que debía coger el tren de las siete,
para irme tan lejos como los más de trescientos kilómetros
que nos separaban a diario.


lunes, 24 de enero de 2011

De la presentación...




Mi amigo y gran fotografo J.A. Melendo filmo unos cuantos vídeos de la presentación del libro...Todas las mentiras que te debo.




domingo, 23 de enero de 2011

Cuando llueve y es otoño





Ella te dejará en su mente
Si las palabras que tú dices son correctas
Si tú pagas el precio…


Jardín secreto


B.S

Cuando llueve y es otoño
los taxis son en la noche los últimos trenes a la felicidad.
Tu mano se aferra a la mía, casi me duele de tu ansiedad.
Mientras te miro y veo tus ojos luminosos
suena Bruce en el CD del taxista,
que a lo mejor por instinto
busca la desnudez de tus muslos
a través del retrovisor.
She´ll let you in her mind
If the words you say are right
If you pay the price.




Poemas Making Off : Poemas que al final no han entrado en el poemario




F



Leonard Cohen - Chelsea Hotel



jueves, 20 de enero de 2011

La presentación de Alfredo Moreno del libro



Presentación de Alfredo Moreno del libro Todas las mentiras que te debo,

Personalmente me siento un poco extraño sentado aquí, en la presentación de un libro de poesía. He de reconocer que en esto de la poesía soy un converso, que durante mucho tiempo bien pudiera haber suscrito la famosa cita de Cocteau, La poesía es imprescindible, pero no sé para qué, y que hasta hace apenas cuatro años mi relación con la poesía, como con casi todo, a través del cine, se limitaba a la escena de El club de los poetas muertos (The dead poets society, Peter Weir, 1989) en la que un joven alumno al que se le ha encargado la redacción de un poema para clase de literatura, lee ante sus compañeros lo siguiente: “El gato se sentó un rato” (en la versión original: The cat sat on a mat). Sin embargo, hace unos cuatro años, como Obélix, caí en la marmita, y de repente empezaron a aparecer poetas en mi vida, a crecer como las setas, hasta el punto de que hoy tengo poetas en el trabajo y fuera del trabajo, ceno con poetas, salgo de copas con poetas, voy al cine con poetas... Poetas hasta en la sopa. Sopa de letras, por supuesto. Pero los quiero igual.
Con todo, si una persona para la que el cine es una de las tres o cuatro cosas que más le interesan en la vida pinta algo en la presentación de un libro de poesía, está claro que tendría que ser en éste. Y no sólo por la referencia a las mentiras del título –el cine, como la poesía, es una de las pocas mentiras organizadas que toleramos, porque, si bien aceptamos que alguien nos cuente una auténtica trola, la reconocemos como tal, y la consentimos precisamente porque nos despierta emociones y sentimientos que son muy reales-, sino porque la poesía de Fernando también tiene mucho que ver con las formas del cine. Sus versos son como planos de detalle (aquellos planos que particularizan en un gesto, un rasgo o un objeto que son depositarios de un valor simbólico o narrativo significativo, depositarios de una información indispensable para caracterizar la escena, la secuencia o el argumento), instantes congelados, como una foto-fija (fotografías del rodaje que se tomaban con fines publicitarios y que solían adornar el vestíbulo de las salas de cine cuando tenían vestíbulo... Y no como ahora, que parecen el Chiqui-Park) que uno observa y tras la que adivina historias.
Pero la poesía de Fernando también tiene que ver con el cine en cuanto a los escenarios. Todas las mentiras que te debo es casi una road-movie, que mezcla localizaciones geográficas muy concretas (París, Nueva York, Ámsterdam), incluido un periplo mediterráneo (Marsella, Génova, El Pireo, Estambul) que recuerda la singladura de Una película hablada (Un filme falhado, Manoel de Oliveira, 2003), con otros de carácter impreciso pero muy evocadores, como el desierto al más puro estilo Wenders, cruzado por esa línea gris de una carretera con destino a no se sabe dónde, o las madrugadas urbanas, oscuridad apenas iluminada por unos breves puntos de luz. Y también, hablando del tema de la pérdida y la ausencia, los lugares donde tan a menudo empiezan y/o terminan las historias, también un cine de despedidas: las estaciones, los aeropuertos, los puertos marítimos o fluviales, lugares de tránsito permanente, como las cafeterías (esas cafeterías de la noche neoyorquina, abiertas las 24 horas, que tan bien ha filmado Scorsese en Taxi driver (1976) o After hours (1985), o vehículos para ese tránsito, como los taxis, igualmente testigos de la noche de los que el cine guarda memoria en las películas de Scorsese o también en Noche en la tierra (Night on earth, Jim Jarmusch, 1991), en la que se retrata la noche de cinco ciudades diferentes desde el interior de un taxi. Por otra parte, también es un poemario con banda sonora (Leonard Cohen, Giusseppe Verdi, Pink Floyd, Elton John, Patti Smith, el omnipresente jazz, o la música de Kiss FM, que recuerda a las melodías ambiente de salas de espera y ascensores).
Los versos de Fernando esconden referencias directas al cine. En primer lugar, la mención directa al comienzo de un poema del pintor Edward Hopper, inspiración de una larga lista de cineastas, de Hitchcock a Wenders, de Antonioni a Coppola, de Bogdanovich a Scorsese, de Antonioni a David Lynch (y además, entre otros muchos, Leone, Brooks, Sirk, Huston, Carné, Siodmak, Delbert Mann, John Sturges, Boorman, Herbert Ross, Sam Mendes, Todd Haynes...), que guarda relación con el carácter de fotograma congelado, de foto-fija, de los versos de Fernando. Pero también hay referencias explícitas al universo de Leonard Cohen que retrata I’m your man, el documental de Lian Lunson (2006) sobre el músico canadiense, y al clásico de Louis Malle Ascensor para el cadalso (Ascenseur pour le l’echafaud, 1957). También, además de evocar los besos en blanco y negro que bien pudieran ser los que se encadenan en los últimos cinco minutos de Cinema Paradiso (Nuovo Cinema Paradiso, Giuseppe Tornatore, 1988), hay presente una invocación estética a la obra maestra de Kieslowski Tres colores: rojo (Trois couleurs: rouge, 1994), con esas imágenes en las que, ya sea ocupando casi toda la pantalla, ya como pequeñas notas de color, el rojo es protagonista prácticamente de cada plano.
Asimismo, hay unas cuantas referencias implícitas que pueden extraerse de la lectura de algunos versos, en particular

He tomado un taxi para huir de ti,/para desprenderme metro a metro del agobio de mi deseo

invita a recordar la maravillosa escena de Atrapado por su pasado (Carlito’s way, Brian de Palma, 1993) en la que Al Pacino y Penélope Ann Miller, en un taxi, deseosos de huir del mundo de corrupción y crimen organizado en el que viven, se detienen a comprar los billetes para un viaje que los lleve lejos de allí. La cámara, en lugar de seguir a Pacino, la estrella de la película, fuera del taxi, se queda con ella, reflejando en su rostro mudo la convulsión interior de una persona que ha de decidir el resto de su vida en apenas tres minutos, que no sabe si pedirle al taxista que ponga el coche en marcha y huir de allí sin él. Igualmente

Abrazados sobre el suelo veremos el cielo demoledor,/la caída intrascendente de otros mundos pequeños/iluminándonos desde tan lejos/como luciérnagas del Universo

remite, por ejemplo, a la escena de Antes del amanecer (Before sunrise, Richard Linklater, 1994), en la que Ethan Hawke y Julie Delpy se abrazan con nocturnidad sobre la hierba de un parque vienés mientras hacen planes acerca de si encontrarse o no de nuevo allí dentro de seis meses, y

Ando por las calles en trayectos cortos, de mi casa a la tuya,/subo en el ascensor y rozo tu puerta con la punta de mis dedos (...)/Pero está vez ya no anocheceré contigo.

trae a la memoria la escena final de Manhattan (Woody Allen, 1977), con Woody corriendo por un Nueva York en blanco y negro en busca de Tracy (Mariel Hemingway), para confesarle que cometió un error dejándola y a punto de descubrir que ella se marcha para siempre. O la imagen atribuible a Almodóvar de

en el vaho de los cristales,/en los que siempre dejas tus labios rojos.

Referencias explícitas, implícitas y evocaciones que hacen que, si tiene razón José Luis Garci y en verdad somos las películas que hemos visto, también somos los poemas que hemos leído, y ambos, el cine y los versos de Fernando, son hermosas mentiras que se nos deben.




sábado, 15 de enero de 2011

Ahora sí...Todas las mentiras que te debo...el 19





Sube al Corvette negro del 64
y crucemos bajo la noche la larga avenida del verano,
tenemos el poder de hacer de este día
a través del desierto un nuevo milagro.
Ven y deja que el tiempo sea secundario,
abrazados sobre el suelo veremos el cielo demoledor,
la caída intrascendente de otros mundos pequeños
iluminándonos desde tan lejos
como luciérnagas del Universo.
Bésame despacio, sí,
hazlo como saben tus labios demorarse en mí
y rebuscar entre lo oscuro,
en lo denso, allí donde se acumulan los murmullos
y son derribados todos los silencios.
Bésame ahora, cuando todavía me duele.
Cada vez va ser más difícil olvidarte.




El próximo día 19 de Enero a las 19.30 presentamos el libro en la Fnac de Pza. de España de Zaragoza.
Estarán conmigo en la presentación, el editor, Nacho Escuin, Alfredo Saldaña, poeta y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza y Alfredo Moreno, hombre-cine, autor del blog 39 escalones.
Os espero a todos los que podáis venir.


lunes, 10 de enero de 2011

Descontando días...







Se acerca el 19...

19.30 Fnac Zaragoza

Todas las mentiras que te debo a punto de llegar a tus manos....